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¡Qué perfectamente bien hace las cosas Dios!
Se propuso encarnarse y se encarna, se encarna sin excepción, se encarna en todos: en la generación de los justos, produciendo de inmediato el paraíso - porque son creaturas ya acondicionadas para recibir al Mesías - y en nosotros que tenemos esta aversión en nuestra naturaleza, padece lo que padece. Padece todas nuestras llagas, se encarna y se recubre con ellas, es decir, le damos nuestra figura. Así como la Virgen le dio su figura y fue el más hermoso de los hijos de los hombres, así nosotros, en esta hora, le damos nuestra figura, nuestra semejanza, y se convierte en ese gusano espantoso llagado de arriba a abajo, afeado de los pies a la vabeza. Allí nos manifestamos nosotros, allí es nuesto hijo y así es totalmente el Hijo del Hombre, el hijo de ambas generaciones.
"Camino de la Cruz"
Fray Mario José Petit de Murat.
Grupo de estudios del Tucumán