miércoles, noviembre 28

Bienaventurados demócratas

Preocupados por la opinión de los fieles se realizó una encuesta en la parroquia de la Catedral de San Isidro.

Con esa autonomía y cierta autosuficiencia que caracteriza a los sanisidrenses, alguien les preguntó "Qué quiero o espero de mi comunidad y de la Iglesia"

Por supuesto que esto se hizo al presentar los resultados del informe sobre la realidad parroquial

Así vemos cómo se podía optar entre


Alguien más entendido que yo en cómo se hace una encuesta, -o qué es lo que hay que preguntar en una encuesta para hacer decir a la gente lo que se quiere-, podría poner blanco sobre negro al respecto.

Yo no tengo idea

Quizás Monseñor Ojea nos pueda enseñar para qué sirve todo esto, pues como dice el Concilio Vaticano II en decreto CHRISTUS DOMINUS

Cada uno de los Obispos a los que se ha confiado el cuidado de cada Iglesia particular, bajo la autoridad del Sumo Pontífice, como sus pastores propios, ordinarios e inmediatos, apacienten sus ovejas en el Nombre del Señor, desarrollando en ellas su oficio de enseñar, de santificar y de regir.



Más allá de las proposiciones vagas, indeterminadas y necesitadas de interpretación ¿cómo es posible que se pregunte a los fieles de una parroquia católica si espera de su iglesia:que sea Ortodoxa, que respete las tradiciones?

¿Cómo es posible que 14 de las 1160 respuestas hayan pedido una iglesia que respete las tradiciones?

Esto hay que arreglarlo pronto. Hay un germen intolerable de integrismo en esa comunidad.

Propongo que el columnista de la revista parroquial "Bienaventurados" Jocha Castro Videla se ponga a trabajar al respecto.


Seamos realistas, soñemos lo imposible. ¡A cambiar paradigmas!

lunes, noviembre 12

Gula frugal


Mi querido Orugario

El tono despectivo en que te refieres, en tu última carta, a la gula, como medio de capturar almas, no revela sino tu ignorancia.
Uno de los grandes logros de los últimos cien años ha sido amortiguar la conciencia humana en lo referente a esa cuestión, de tal forma que difícilmente podrás encontrar ahora un sermón pronunciado en contra de ella, o una conciencia preocupada por ella, a todo lo ancho y largo de Europa.

Esto se ha llevado a efecto, en gran parte, concentrando nuestras fuerzas en la promoción de la gula por exquisitez, no en la gula del exceso.

La madre de tu paciente, según sé por el dossier y tú podrías saber por Gluboso, es un buen ejemplo. Se quedaría perpleja -un día, espero, se quedará perpleja- si supiese que toda su vida ha estado esclavizada por este tipo de sensualidad, que le resulta perfectamente imperceptible por el hecho de que las cantidades en cuestión son pequeñas.

Pero, ¿Qué importan las cantidades con tal de que podamos servimos del estómago y del paladar humano para provocar quejumbrosidad, impaciencia, dureza y egocentrismo? 
Gluboso tiene bien atrapada a esta anciana.

Esta señora es una verdadera pesadilla para las anfitrionas y los criados.

Siempre está rechazando lo que le han ofrecido, diciendo, con un suspiro y una sonrisa coqueta: "Oh, por favor, por favor... todo lo que quiero es una tacita de té, flojo pero no demasiado, y un pedacito chiquitín de pan tostado verdaderamente crujiente".

¿Te das cuenta? Puesto que lo que quieres más pequeño y menos caro que lo que le han puesto delante, nunca reconoce como gula su afán de conseguir lo que quiere, por molesto que pueda resultarles a los demás. Al tiempo que satisface su apetito, cree estar practicando la templanza.
En un restaurante lleno de gente, da un gritito ante el plato que una camarera agobiada de trabajo le acaba de servir, y dice: "¡Oh, eso es mucho, demasiado! lléveselo, y tráigame algo así como la cuarta parte".

Si se le pidiese una explicación, diría que lo hace para no desperdiciar; en realidad, lo hace porque el tipo particular de exquisitez a la que la hemos esclavizado no soporta la visión de más comida que la que en ese momento le apetece.

El auténtico valor del trabajo callado y disimulado que Gluboso ha llevado a cabo, durante años, con esta vieja, puede medirse por la fuerza con que su estómago domina ahora toda su vida. 

Ella se encuentra en un estado de ánimo que puede representarse por la frase "todo lo que quiero".

Todo lo que quiere es una tacita de té hecho como es debido, o un huevo correctamente pasado por agua, o una rebanada de pan adecuadamente tostada; pero nunca encuentra ningún criado ni amigo que pueda hacer estas cosas tan sencillas "como es debido", porque su "como es debido" oculta una exigencia insaciable de los exactos y casi imposibles placeres del paladar que cree recordar del pasado, un pasado que ella describe como "los tiempos en que podía conseguirse un buen servicio", pero que nosotros sabemos que son los tiempos en que sus sentidos eran más fácilmente complacidos y en los que otra clase de placeres la hacían menos dependiente de los de la mesa.

Entretanto, la frustración cotidiana produce un cotidiano mal humor: las cocineras se despiden y las amistades se enfrían.


C.S. Lewis "Cartas del Diablo a su Sobrino"

martes, noviembre 6

Herodes 3.0


Un amigo, me envió estas reflexiones.
Merecen ser guardadas.
Guardarse como se guardan las semillas de trigo en el verano.
Cantando se cosechan y rezando se guardan en previsión de los rigores por venir.
Por eso, desde siempre, un trigo florecido en primavera es promesa de pan.

HERODES 3.0

La humanidad durante casi dos mil años pensó y entendió que Herodes (El grande) fue un rey despiadado, cruel y sin corazón, que ciego por su ambición de gobernar no titubeó ni un segundo en pasar a degüello a todas las criaturas de la ciudad de Belén y sus aledaños.

Hoy  muchos siglos después asistimos horrorizados, como aquellos padres de Belén, a la gestación de una nueva matanza indiscriminada de inocentes, que las nuevas hordas herodianas actualizadas, modernas y democráticas  preparan. Ya no se oye el rechinar de las piedras que afilan espadas, sus nuevas armas son el derecho a elegir y la libertad.

Cuando por fin se desate el desastre, cuando se levante el impedimento, no se escucharan lamentos ni llantos pues las heridas que provocan las nuevas armas son silenciosas. Pero el clamor de las criaturas masacradas, como en Belén de Judá, resonará en el cielo. Su voz será oída en lo alto, en Ramá.

Al igual que los inocentes muertos por causa del nacimiento de Cristo, estos inocentes argentinos, “no tienen edad para creer en la pasión de Cristo, pero tienen la carne para soportar por Cristo la pasión que él hubo de padecer” (San Agustín, sermón de Epiphania).

Si, así, ofrendando su vida para quien tuvo una noche placentera, pueda seguir con su farra. Para que gente con derecho a divertirse pueda continuar con su parranda a cualquier el precio. Para que mujeres poseídas por el goce desordenado puedan tener el derecho a decidir sobre su cuerpo. Para que la gente que sin medida alguna,  cegados por un afán irrefrenable de pensar únicamente en su bienestar, que  prefiere la muerte inocente a que se limiten de sus derechos y sus pasiones, puedan pasar por alto el orden de las cosas y despreciar su vida inerme.

La otra cara de la moneda son los que mueren para que ellos sean felices. El martirio. Santo Tomás explica que es el más perfecto de los actos virtuosos, que “matryr” significa testigo y martirio es dar testimonio de la fe. Los inocentes de Belén dieron testimonio de Cristo y nuestros inocentes de hoy atestiguan la época impía en la que nos toca vivir.

¿Es la hora del martirio? Eso parecería, pero no del nuestro. Nosotros parecería que por más que busquemos dar testimonio ya no sirve que ya estamos perdidos.  Es el tiempo de los inocentes, de quienes no tienen pecado, son ellos quienes dan la vida por nosotros. No hay mayor amor (Jn 15-13). Es el acto de máxima caridad.

Podrá objetarse que el martirio de los no nacidos, no es un martirio a causa de la fe, y que solo la fe es causa de martirio. Pero nos explica el Aquinate, que las obras de todas las virtudes en cuanto manifestaciones de fe,  pueden ser causa del martirio y nos da el ejemplo de San Juan cuyo martirio se dio por denunciar un adulterio.

El martirio se da a causa de la persecución, que nace del poder político, pues las ansias de poder y de gobernar ciegan y llenan de ambición.

Cuando las ansias de gobernar gobiernan a quienes gobiernan ya no gobierna el gobernante sino su cólera inextinguible que a todo sospecha y teme y arrasa con todo a su paso (ver C.A. Pseudo Crisóstomo, opus imperfectum super mateum, hom 2 ).

Ya no importan las consecuencias si sus cometidos se cumplen, el famoso “daño colateral”. Si más votos significa homicidio indiscriminado de personas por nacer, no importa, adelante. Con un protocolo de actuación me agencio una buena parte de la Ciudad, la misma que ya gané cuando anote sus hijos comprados en el extranjero como propios, la misma que gané cuando permití la unión proterva y aún más, ahora vamos por más, ahora incorporo a aquellos que faltaban. ¿Quien se va a oponer a que una mujer violada aborte? ¿La iglesia? Esos hace rato que ya no se oponen a nada. ¿Algún cura suelto? Se lo persigue, se lo investiga y seguro que se le encuentra una fotito con alguna novia nadando y abrazándose en aguas caribeñas, en el mejor de los casos.

El efecto es perfecto, el sentimentalismo por delante. Una mujer violada, ultrajada, insultada, ofendida, mancillada, embarazada. ¿Quién se va a oponer? ¿El niño, el bebe, la persona por nacer?  Ese pobre mártir nada puede hacer. Él solo espera que la única persona que conoce en el mundo, lo ayude, él no puede oponerse, no tiene voz, no tiene voto, no tiene oportunidad, no tiene fuerza, no tiene escapatoria, no tiene opción, no tiene derecho a elegir sobre su cuerpo, solo tiene su carne para soportar el martirio, y al igual que los inocentes de Belén darán testimonio de lo que Él tuvo que padecer.           

Lucas Trigo, Primavera 2012

jueves, octubre 11

Apacienta a mis ovejas

El video de católicos rezando en el atrio de la iglesia catedral de Posadas me hizo acordar a otra ocasión, cuando los pastores -ausentes y mudos ante la turba- fueron suplantados por un pobre pecador que reconoció al Buen Pastor.

Dejemos a los pastores obrar como mejor puedan y recemos a San Dimas para que por su intercesión podamos ser dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. 


"El buen ladrón predicaba a los presentes, reflexionando sobre las palabras con que el otro increpaba al Salvador. Pero cuando vio que estaban endurecidos sus corazones, se volvió hacia Aquél que conoce los secretos de la conciencia. Prosigue: "Y decía a Jesús: Señor, acuérdate de mí cuando vinieres a tu reino".
Ves un crucificado, y lo confiesas Dios.
Ves el aspecto de un sentenciado, y publicas su dignidad de rey.
Abrumado de tormentos, pides a la fuente de la justicia que perdone tu maldad.
Ves, aunque oculto, el reino, mas tú olvidas tus maldades públicas, y reconoces la fe de una cosa oculta.
La iniquidad perdió al discípulo de la verdad; la misma verdad, ¿no perdonará al discípulo de la iniquidad?"

San Juan Crisóstomo. Catena Aurea

jueves, octubre 4

Poverello reloaded

CARTA A LAS AUTORIDADES DE LOS PUEBLOS

A todos los "podestà" y cónsules, jueces y gobernantes de toda la tierra y a todos los demás a quienes lleguen estas letras, el hermano Francisco, vuestro pequeñuelo y despreciable siervo en el Señor Dios, os desea a todos vosotros salud y paz.

Considerad y ved que el día de la muerte se aproxima (cf. Gén 47,29).
Os ruego, por tanto, con la reverencia que puedo, que no echéis en olvido al Señor ni os apartéis de sus mandamientos a causa de los cuidados y preocupaciones de este siglo que tenéis, porque todos aquellos que lo echan al olvido y se apartan de sus mandamientos, son malditos (cf. Sal 118,21), y serán echados por él al olvido (Ez 33,13).
Y cuando llegue el día de la muerte, todo lo que creían tener, se les quitará (cf. Lc 8,18). Y cuanto más sabios y poderosos hayan sido en este siglo, tanto mayores tormentos sufrirán en el infierno (cf. Sab 6,7).
Por lo que os aconsejo firmemente, como a señores míos, que, habiendo pospuesto todo cuidado y preocupación, recibáis benignamente el santísimo cuerpo y la santísima sangre de nuestro Señor Jesucristo en santa memoria suya.
Y tributad al Señor tanto honor en medio del pueblo que os ha sido encomendado, que cada tarde se anuncie por medio de pregonero o por medio de otra señal, que se rindan alabanzas y gracias por el pueblo entero al Señor Dios omnipotente.
Y si no hacéis esto, sabed que tendréis que dar cuenta ante el Señor Dios vuestro, Jesucristo, en el día del juicio (cf. Mt 12,36).
Los que guarden consigo este escrito y lo observen, sepan que son benditos del Señor Dios.

San Francisco de Asís
CARTA A LAS AUTORIDADES DE LOS PUEBLOS

lunes, septiembre 3

Palabras

Algunos hermanos fueron a ver al abba Félix, suplicándole repetidamente que hablara con ellos
Finalmente él les preguntó:
 “¿Queréis escuchar una palabra?
"No hay más palabras en la actualidad"
"Cuando los hermanos solían consultar a los ancianos y cuando hacían lo que se les decía, Dios les mostraba cómo hablar. Pero ahora, puesto que preguntan sin hacer lo que escuchan, Dios ha retirado la gracia de la palabra a los ancianos, y no encuentran nada que decir, porque ya no hay quien cumpla sus palabras”.

Citado en "De los vicios a las virtudes" de Miguel Cruz

martes, junio 26

Límites

Eva no aceptó la limitación que Tú ponías a su libertad prohibiéndoles un fruto. El tentador la indujo a razonar contra ese límite a su apetito. Ella vio que el fruto era agradable a los ojos y bueno para comer y comió y dio a su esposo para que comiera. Desdichada Eva ¿limitas tu voluntad a tu apetito? ¿excluyes de tu juicio acerca de lo bueno la voluntad de Dios? ¿No quieres límite a tu querer y piensas dilatarlo para que sea como el de Dios?

A eso la inducía la anti-promesa satánica: "Seréis como dioses". A la que ya era imagen y semejanza se le prometía la igualdad. A la que en su limitación espejaba la perfección sin límites de Dios, se le mentía una posibilidad de ilimitación. Y así incurre Eva en la soberbia y en la envidia. Soberbia es no querer tener límite al querer propio. Envidia es invidencia: perder de vista el bien de los propios límites y considerarlo un mal; ver como bueno el fruto malo y como malo al Dios bueno.


Como consecuencia del rechazo del límite interior, del límite espiritual que la voluntad de Dios ponía a la libertad del hombre; como consecuencia de dejar de amar y comenzar a aborrecer la limitación constituyente de su querer creado, el corazón de la primera pareja, levantado en soberbia, herido de invidencia, comenzó a rechazar todo límite. A la vez descubrió y repudió todos los demás límites de su ser creado, contingente, material, compuesto, frontera de alma y cuerpo, de espíritu y materia. Vio y repudió el límite corporal, el contorno que recubre su piel, sus límites físicos. La promesa de ser como dioses, les abrió los ojos a la realidad frustrante de su pequeñez física. Los candidatos al infinito se terminan en su piel. Por eso los aspirantes a dioses se avergüenzan de ella.

Se avergonzaron de verse desnudos no porque descubrieran la virtud del pudor, sino porque nunca antes habían rechazado avergonzados sus límites físicos. Desde ahora, verse el uno al otro les recordaba que no eran dioses, sino todo lo contrario de seres ilimitados. Sus ojos soberbios se herían en la visión de un ser finito, prisionero de un contorno de piel. Dejaron de amarse a sí mismos tal como habían sido y eran, obras de las manos divinas, amasadas del barro, pero con un soplo de Dios en las narices. Olvidados del soplo, se avergonzaron de lo común con los animales: un cuerpo hasta ahí no más, y sin pelos siquiera para esfumar la rotundez del límite corpóreo. Parecidos en eso a cualquier objeto. Avergonzados de ser "como cualquier cosa" se fueron a ocultar, confundiéndose (la confusión es otro nombre de la vergüenza) entre los vegetales. He ahí otra consecuencia de la soberbia y la invidencia: no querer ser visto tal como uno es y no acepta ser: dioses lampiños.

Horacio Bojorge S.J.
"Mujer por qué lloras"

martes, abril 3

Nuestra figura


¡Qué perfectamente bien hace las cosas Dios!



Se propuso encarnarse y se encarna, se encarna sin excepción, se encarna en todos: en la generación de los justos, produciendo de inmediato el paraíso - porque son creaturas ya acondicionadas para recibir al Mesías - y en nosotros que tenemos esta aversión en nuestra naturaleza, padece lo que padece. Padece todas nuestras llagas, se encarna y se recubre con ellas, es decir, le damos nuestra figura. Así como la Virgen le dio su figura y fue el más hermoso de los hijos de los hombres, así nosotros, en esta hora, le damos nuestra figura, nuestra semejanza, y se convierte en ese gusano espantoso llagado de arriba a abajo, afeado de los pies a la vabeza. Allí nos manifestamos nosotros, allí es nuesto hijo y así es totalmente el Hijo del Hombre, el hijo de ambas generaciones.





"Camino de la Cruz"
Fray Mario José Petit de Murat.

Grupo de estudios del Tucumán