lunes, septiembre 29

Tretas y fantasmas


26-IX-67

La "ciencia de las finanzas" no es ciencia. ¡La ciencia de los "créditos"!
El crédito es el fantasma del dinero y el dinero el fantasma de los bienes reales; y nos venden esos fantasmas como si fuesen bienes reales.
Para lograr eso, han inventado una terminología detrás de la cual no hay cosas sino tretas; que no depende del intelecto sino de la astucia.
La mayoría desas tretas son secretas; y en el fondo dellas está la Usura, que consiste en ordeñar al dinero como si fuese una vaca y no un mero signo.


Mambrú compró cuatro diarios para leer el FONDO MONETARIO INTERNACIONAL con sus 106 naciones "representadas". Y no entendió nada, me vino a preguntar qué diablos quería decir "créditos sand by" o "disponibilidad del convertible" o "liberalización de la economía". Yo le conteste lo que queda arriba.

La ciencia de las finanzas consiste en el manejo de los signos de signos; la realidad de las cosas signadas queda detrás y acaba por perderse de vista.
- ¿Por qué las naciones que no están "altamente industrializadas" son atrasadas? ¿Y si el mundo consistiera todo en naciones "altamente industrializadas" (lo cual es imposible) ¿sería todo feliz?- las preguntas ingenuas de Mambrú.

Yo tomé uno de los diarios y le marqué 5 palabras de la mitad de una perorata:

"ESTE PROCESO REQUIERE CAPITAL"

Estos organismos internacionales, el FMI, el BIMF, el APP y TAL, son tretas de los vendedores, (alquiladores) de capital; o sea, alquiladores de créditos, o sea alquiladores de ficciones - no de bienes o de valores o de productos.

Perdé cuidado que no te van a dar calce para que te conviertas en uno dellos; o sea, un alquilador de créditos; o sea, de cifras en un libro; o sea, para vivir sin producir; o sea, sin trabajar.

Trabajarás eternamente para ellos por este camino, caro Mambrú.

27-IX-67
Fui a consultar a un perito sobre lo escrito ayer;me dijo que era verdad, pero si lo publico voy a ser tenido por anarquista; y encima por tonto.

Hay remedio para la "crisis" argentina, pero no existe el varón de ojo y coraje capaces de aplicarlo. "Ni existirá" añadió. Sería cerrar el Banco Central, que mangonea la moneda; nacionalizar todos los Bancos, que al fin son negocio usurario, dedicando todas sus ganancias -enormes- al Procomún; clavar el valor de la moneda, fijando para siempre el precio, si no del oro (como hace EE.UU.) de un producto capital, como la tonelada de trigo, por ejemplo y castigar a los que hacen subir los precios ("agiotistas") incluso con la pena capital, si es preciso; y olvidarse de los préstamos extranjeros.

El perito me pidió que no dijese su nombre, de miedo lo tuviesen a él también por tonto.

"tanto el ahorrista como el inversionista requieren seguridad para poner su capital grande o chico a trabajar... Si la renta que obtiene se la consume la inflación y los impuestos, optarán por no ahorrar ni invertir. En la Argentina, ahorrar es una obligación e invertir una necesidad...

Tal dice Donato M. Álvarez en la nación diario de hoy. Pero ¿cómo ahorrar? Analizando el ahorro, concluye Donado que no se puede; y da para consuelo unas pocas esperanzas futuras condicionales; o sea, ahorraríamos.

Leonardo Castellani. Un país de Jauja, Ediciones Jauja 1999. Mendoza Agentina

martes, septiembre 23

Caballero en Kilmainham


Está en otros lados recogido. (de donde yo lo tomo)

Igual, a este almacenero le gusta guardar una copia en la despensa.




VERSOS DEL POEMA “EL LOCO”

DEL POETA IRLANDES PADRAIC PEARSE*


Ya que los cuerdos no hablan, hablará el loco

Yo, un loco que ha amado su locura

Sí, más que los cuerdos sus libros, sus bolsas y sus hogares tranquilos

O su fama en boca de los hombres;

Un loco que en todos sus días nunca ha hecho una cosa prudente

Nunca ha calculado el costo, ni contado lo que otro cosechaba

El fruto de su ingente siembra, contento con desparramar la semilla

Un loco que es impenitente, y que pronto al final de todo

Reirá en su corazón solitario cuando el grano maduro caiga en los graneros,

Y los pobres sean llenos que andaban vacíos,

Aunque él ande hambriento.

Yo he derramado los espléndidos días que el Señor dio a mi juventud

Intentando cosas imposibles, juzgando que sólo ellas valían la pena

¿Fue locura o gracia? Sólo Dios me juzgará, no los hombres...

Yo he derramado los espléndidos años

Oh Dios, si tuviera los años los derramaría de nuevo,

Cristo los arrojaría de mí

Porque esto escuché en mi corazón, que un hombre debe

Derramar, no muñir

Hacer el hecho de hoy, no cuidar de los mañanas

No debe negociar ni regatear con Dios; ¿O fue eso un chiste de Cristo

Y este es mi pecado ante los hombres, haberle tomado la palabra?

Los leguleyos se han sentado en Consejo, los

Hombres de caras largas y listas,

Y han dicho “Ese hombre es loco”

Y otros han dicho: “Blasfemia"

Y los cuerdos han compadecido al loco, que ha contado por su vida

(En el mundo de espacio y tiempo, entre el montón de cosas actuales)

A un sueño que fue soñado en el corazón, y que

Solamente el corazón puede contener

Oh cuerdos, adivinadme esto: ¿y qué si el sueño resulta verdad?

¿Si el sueño se realiza, y millones de aun no nacidos habitasen

En la casa que yo hice en mi corazón,

La noble casa de mi pensamiento?

Señor, yo he prendado mi vida, he prendado la vida de mi gente

Sobre la verdad de tu tremenda Palabra,

No recuerdes mis fallas

Recuerda esta mi fe.

Y así yo hablo.

Sí, antes que pase mi juventud ardiente,

Yo hablo a mi pueblo y digo:

Habéis de ser locos como yo: derramar y no ahorrar;

Aventurarlo todo, no se perdáis lo que es

más que todo,

Habéis de reclamar un milagro, tomándole a Cristo la palabra

Y por esto yo responderá, oh mi pueblo,

Yo responderé ahora y después.

Oh pueblo al que he amado ¿por qué no responder juntos?


* Traducción del P. Leonardo Castellani, publicada en Jauja, nº 35, Noviembre de 1965, pág. 38

jueves, septiembre 18

FINANZAS CRISTIANAS


Quizás el pecado de Shylock fuera reclamar la libra de carne y así saldar la deuda.
Eso no lo haría ningún banquero ni ningún director de finanzas de hoy día.
Mucho menos un católico especializado en esos menesteres.
Pero: ¿Se puede lícitamente generar dinero a través del cobro de intereses?


Parece que recibir interés por un préstamo monetario no es pecado puesto que:
1. Nadie peca por seguir el ejemplo de Cristo. Mas el Señor dijo de sí mismo en Lc 19,23: Yo, al volver, lo habría reclamado con los intereses; es decir, el dinero prestado. Luego no es ilícito percibir interés por el préstamo monetario.

2. tal como se dice en el Sal 18,8: La ley del Señor es inmaculada, porque prohíbe el pecado. Ahora bien: en la ley divina se autoriza algún interés, según el texto de Dt 23,19-20: No exigirás a tu hermano interés, ni por préstamo en dinero, ni en granos, ni en otra cosa cualquiera, sino solamente al extranjero. Y lo que es más, incluso se promete en Dt 28,12 como recompensa a la fidelidad en la observancia de la ley: Harás préstamo con interés a muchas gentes, y tú no tendrás que tomar lo de nadie. Luego el percibir un interés no es pecado.
3. en los asuntos humanos, la justicia se determina por las leyes civiles; mas según éstas se permite recibir interés. Luego no parece ser ilícito.

4. el no seguir los consejos evangélicos no obliga a pecado. Ahora bien: entre otros consejos, Lc 6,35 consigna el siguiente: Haced préstamos sin esperar nada por ello. Luego no es pecado percibir intereses.

5. recibir un pago por lo que uno no está obligado a hacer no parece entrañar por sí necesariamente pecado. Mas la persona que tiene dinero no está obligada en cualquier circunstancia a prestarlo al prójimo. Luego le es lícito algunas veces percibir por ese préstamo un beneficio.

6. la plata acuñada y la otra de que se fabrican vasos y otros objetos no difiere en especie. Ahora bien: es lícito recibir un precio por el préstamo de vasos de plata. En consecuencia, también es lícito cobrar algo por el préstamo de plata acuñada. Luego el interés no es de suyo pecado.

7. Y además: cualquier persona puede lícitamente recibir la cosa que voluntariamente le fue entregada por el dueño. Pero quien recibe el préstamo paga voluntariamente un interés. Luego el prestamista puede lícitamente recibirlo.

Contra esto: está Ex 22,25, que dice: Si dieres prestado dinero a alguien de mi pueblo, el pobre que mora contigo, no le apremiarás como un recaudador ni le oprimirás con intereses.

Respondo: Recibir interés por un préstamo monetario es injusto en sí mismo, porque implica la venta de lo que no existe, con lo que manifiestamente se produce una desigualdad que es contraria a la justicia.

Para su evidencia, debe recordarse que hay ciertos objetos cuyo uso consiste en su propia consumición; así consumimos el vino utilizándolo para la bebida y el trigo al emplearlo para la comida. De ahí que en estos casos no deban computarse separadamente el uso de la cosa y la cosa misma, sino que a todo aquel a quien se concede el uso se le concede también la cosa misma.
De ahí que, tratándose de tales objetos, el préstamo transfiere la propiedad de los mismos. Luego si alguien quisiera vender de una parte el vino y de otra el uso del vino, vendería dos veces la misma cosa o vendería lo que no existe; y por esta razón cometería manifiestamente un pecado de injusticia. Por igual motivo comete una injusticia el que presta vino o trigo y exige dos pagos: uno, la restitución del equivalente de la cosa, y otro, el precio de su uso, de donde el nombre de usura.

Hay, por el contrario, otros objetos cuyo uso no implica su propia consumición; así, la utilización de una casa es habitar en ella, no destruirla, y, por consiguiente, tratándose de esta clase de cosas, se pueden conceder por separado ambos elementos, como cuando se cede a otra persona la propiedad de una casa, reservándose para sí el uso durante un cierto tiempo; o a la inversa, cuando se le concede el uso de la casa, reservándose para sí su dominio. De ahí que se pueda lícitamente recibir un pago por el uso de un inmueble y reclamar después la devolución del edificio prestado, como ocurre en el alquiler y arrendamiento de casas.

Mas el dinero, según el Filósofo, en V Ethic. y en I Polit., se ha inventado principalmente para realizar los cambios; y así, el uso propio y principal del dinero es su consumo o inversión, puesto que se gasta en las transacciones. Por consiguiente, es en sí ilícito percibir un precio por el uso del dinero prestado, que es lo que se denomina la usura. Y del mismo modo que el hombre ha de restituir las demás cosas injustamente adquiridas, también ha de hacerlo con el dinero que recibió en calidad de interés.

A las objeciones:

1. La usura de la que se habla allí se toma en sentido metafórico por la superabundancia de bienes espirituales que Dios exige, ya que quiere que progresemos siempre en el empleo de los bienes que de El hemos recibido, lo cual redunda en utilidad nuestra y no suya.


2. Fue prohibido a los judíos cobrar un interés a sus hermanos, esto es, a otros judíos por lo que se nos da a entender que es de suyo malo exigir interés a cualquier hombre, puesto que debemos tener a todo hombre como prójimo y hermano nuestro (Sal 34,14), sobre todo bajo la ley del Evangelio, a la que toda la humanidad es llamada. Por esta razón, en el Sal 14,5, sin restricción alguna, se dice: No dio a usura su dinero, Y en Ez 18,17 está escrito: No recibió interés por su préstamo. Ahora bien, el poder los judíos exigir interés a los extranjeros no les fue concedido como algo lícito, sino más bien como algo tolerado para evitar mayores males; es decir, para que, a causa de su avaricia, a la que eran propensos, según observa Is 56,11, no recibieran intereses de otros judíos, adoradores de Dios. Respecto a la recompensa prometida en el Deuteronomio: Darás préstamo con interés a muchas gentes..., nótese que la palabra préstamo se toma aquí en sentido lato, por el préstamo puro y simple, en el sentido en el que es necesario interpretar también Eclo 29,10: Muchos, por esto, dejaron de prestar con interés, esto es, dejaron de dar en préstamo. Se promete, en efecto, a los judíos, en calidad de recompensa, abundancia de riquezas que les permita, en caso oportuno, prestar a otros.

3. Las leyes humanas dejan impunes algunos pecados debido a la condición de hombres imperfectos, pues se privaría a la sociedad humana de una multitud de beneficios si se reprimieran con rigor todos los pecados aplicando penas a cada uno de ellos. Y, por esto, la ley humana toleró los préstamos con interés, no como considerando que estuviesen acomodados a la justicia, sino para no impedir las utilidades de muchos. De ahí que, en el mismo derecho civil, se establezca que las cosas que se consumen por el uso no son susceptibles del usufructo, ni por la razón natural ni por el derecho civil, y que el Senado no instituyó el usufructo de esas cosas, pues no podía hacerlo, sino que autorizó sobre ellas un cuasi usufructo; en otras palabras: toleró el interés. Y el Filósofo, guiado por la razón natural, escribe en I Polit. que la adquisición de dinero a título usurario está totalmente fuera del orden de la naturaleza.

4. El hombre no está siempre obligado a otorgar un préstamo, y, por consiguiente, esto ha sido incluido entre los actos de un consejo. En cambio, el que el hombre no exija lucro de sus préstamos cae bajo la naturaleza del precepto. Podría, sin embargo, no verse en ello más que un consejo, en relación con la teoría de los fariseos, que consideraban que era lícita una módica percepción de interés, en igual sentido que el amar a los enemigos tiene valor de consejo (cf. Mt 5,43-44). Incluso se puede tratar en el texto no de la expectación de lucro usurario, sino de la esperanza que se pone en un hombre, pues no debemos dar dinero a préstamo o hacer cualquier obra buena en espera de una recompensa del hombre, sino de una recompensa de Dios.

5. El hombre que no está obligado a prestar y lo hace, puede recibir una compensación por lo que ha hecho, pero no debe exigir más. Quedará recompensado en igualdad de justicia si se le devuelve tanto cuanto prestó. Por consiguiente, si exige algo más por el usufructo de una cosa que no tenga otro uso sino el de la consumición de la sustancia, reclama el precio de lo que no existe, y, por tanto, su exacción es injusta.

6. El uso principal de los vasos de plata no es su consumición, y por ello puede venderse lícitamente el uso de los mismos, conservando la propiedad de la cosa. En cambio, el uso principal de la plata acuñada es la inversión del dinero en los cambios. Por consiguiente, no es lícito vender su uso y además que se quiera la devolución de lo que se ha prestado. Ha de notarse, sin embargo, que un uso secundario de los vasos de plata puede ser el cambio, en cuyo caso no está permitido vender tal uso. Del mismo modo, puede existir algún otro uso secundario de la plata amonedada, por ejemplo, si se entregan a alguien monedas de plata para ostentación o en garantía pignoraticia. Tal uso del dinero puede ser lícitamente vendido por el hombre.

7. El prestatario que paga interés no lo hace con absoluta libertad, sino obligado por cierta necesidad, en cuanto precisa tomar dinero a préstamo, que el prestamista no quiere darlo sin recibir un interés.

Santo Tomás de Aquino. CUESTIÓN 78 art. 1

martes, septiembre 16

Ay Lehman Lehman



Es todo mas complicado que la simple letra. Lo sé.

Pero lo escrito, escrito está.



Eclesiástico 29, 20

Pecador que se presta a la fianza buscando especular, incurre en juicio.

Deuteronomio 24, 10

Si haces algún préstamo a tu prójimo, no entrarás en su casa para tomar la prenda, sea cual fuere. Te quedarás fuera, y el hombre a quien has hecho el préstamo te sacará la prenda afuera. Y si es un hombre de condición humilde, no te acostarás guardando su prenda; se la devolverás a la puesta del sol, para que pueda acostarse en su manto. Así te bendecirá y habrás hecho una buena acción a los ojos de Yahveh tu Dios.

Levítico 25, 35-37

Si tu hermano se empobrece y vacila su mano en asuntos contigo, lo mantendrás como forastero o huésped, para que pueda vivir junto a ti.

No tomarás de él interés ni usura, antes bien teme a tu Dios y deja vivir a tu hermano junto a ti.

No le darás por interés tu dinero ni le darás tus víveres a usura.

Ezequiel 18

El que es justo y practica el derecho y la justicia, no come en los montes ni alza sus ojos a las basuras de la casa de Israel, no contamina a la mujer de su prójimo, ni se acerca a una mujer durante su impureza, no oprime a nadie, devuelve la prenda de una deuda, no comete rapiñas, da su pan al hambriento y viste al desnudo, no presta con usura ni cobra intereses, aparta su mano de la injusticia, dicta un juicio honrado entre hombre y hombre, se conduce según mis preceptos y observa mis normas, obrando conforme a la verdad, un hombre así es justo: vivirá sin duda, oráculo del Señor Yahveh.

Ezequiel 22, 1, 11-14

La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:

Y tú, hijo de hombre, ¿no vas a juzgar? ¿No vas a juzgar a la ciudad sanguinaria? Hazle saber todas sus abominaciones.

Uno comete abominación con la mujer de su prójimo, el otro se contamina de manera infame con su nuera, otro hace violencia a su hermana, la hija de su propio padre; en ti se acepta soborno para derramar sangre; tomas a usura e interés, explotas a tu prójimo con violencia, y te has olvidado de mí, oráculo del Señor Yahveh.

Mira, yo voy a batir palmas a causa de los actos de pillaje que has cometido y de la sangre que corre en medio de ti.

¿Podrá tu corazón resistir y tus manos seguir firmes el día en que yo actúe contra ti? Yo, Yahveh, he hablado y lo haré.

Salmo 15

Yahveh, ¿quién morará en tu tienda?, ¿quién habitará en tu santo monte?

El que anda sin tacha, y obra la justicia; que dice la verdad de corazón, y no calumnia con su lengua; que no daña a su hermano, ni hace agravio a su prójimo; con menosprecio mira al réprobo, mas honra a los que temen a Yahveh; que jura en su perjuicio y no retracta, no presta a usura su dinero, ni acepta soborno en daño de inocente. Quien obra así jamás vacilará.

Exodo 22, 24

Si prestas dinero a uno de mi pueblo, al pobre que habita contigo, no serás con él un usurero; no le exigiréis interés. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás al ponerse el sol, porque con él se abriga; es el vestido de su cuerpo. ¿Sobre qué va a dormir, si no? Clamará a mí, y yo le oiré, porque soy compasivo.

lunes, septiembre 15

Pastor Expectante


Camina Ulises hacia su casa.
Se acerca primero al lugar en que Atena le había dicho moraba el pastor admirable, Eumeo, que a Ulises entre todos los siervos mejor le cuidaba los bienes.







“A la entrada sentado lo halló del corral de altas tapias
que bien grande y hermoso se alzaba en lugar abrigado
con su cerca completa, que el mismo porquero había hecho
sin contar con su dueña ni el viejo Laertes:
guarida
de los cerdos del príncipe ausente,
solada con lajas
de acarreo,
encimadas las tapias por bardas de espinos.
Toda en torno por fuera había puesto
apretada y espesa
larga fila de estacas
que hachó de unos troncos de encina,
y por dentro había obrado en el patio
hasta doce zahurdas,
una al lado de otra, de albergue a las hembras.

Guardaba
cada una cincuenta cochinas,
criadoras fecundas
con sus lechos terrizos;
los machos quedábanse fuera,
y eran menos con mucho que aquéllas,
mermados sin pausa
por los nobles galanes:
él mismo tenía que mandarles
a diario
a su mesa el mejor de los cerdos cebados

y ya entonces quedaban no más que trescientos sesenta.

Cuatro perros con traza de fieras, criados al lado
del leal porquerizo, guardábanlos siempre.
Cortaba
a este tiempo aquel hombre unas suelas de cuero boyuno
de vistoso color que ajustaba a sus pies. Sus zagales
cada cual caminaba por sitio distinto: tres de ellos
por los campos paciendo los puercos, y al cuarto lo había enviado
por fuerza al poblado a llevar a los fieros pretendientes el cerdo cebón,
que se hartasen de carne.

Viendo en esto los perros a Ulises, lanzáronse a una
contra él con agudos ladridos; el héroe, prudente, se sentó
y el garrote dejó por el suelo; con todo,

en su propia majada sufriera infamante desgracia
si no sale detrás de los perros el buen porquerizo
al correr de sus piernas veloces. Cayósele el cuero,
pero, dándoles gritos, tirándoles piedra tras piedra,
ahuyentólos de un lado y de otro y al príncipe dijo:
'Por bien poco en un punto mis perros no te hacen pedazos,
buen anciano, dejándome a mí la ignominia y la culpa
cuando tantos dolores y llantos me dan ya los dioses:
aquí estoy suspirando y en pena por mor de mi rey,
el divino, cebando estos cerdos a que otros los coman,
mientras él, falto acaso de pan, anda errante por tierras
y ciudades de gentes extrañas, si es cierto que aún vive
y sus ojos contemplan la lumbre del sol. Pero, ¡ea!,
ven acá a la cabaña, joh, anciano! Una vez que te sacies
de comer y beber a tu gusto, dirás de tu patria
y de aquellos trabajos y duelos que tienes sufridos".

Tal diciendo guióle a su casa el porquero admirable,
le hizo entrar y, esparciendo en el suelo unas brozas,
cubriólas
con la piel de una cabra peluda, montés:
era el propio
lecho suyo bien grande y relleno.

Alegrábase Ulises
de que así le acogiera, tomó la palabra y le dijo:
"~Oh, mi huésped! Que Zeus y las otras deidades eternas
te concedan aquello que ansíes por esta acogida".

Respondístele tú, mayoral de los cerdos Eumeo:
"No es mi ley, forastero, afrentar al que viene,
aunque sea
mas mezquino que tú, pues es Zeus
quien envía a los mendigos
y extranjeros errantes
que el bien más pequeño agradecen
que les damos.

No puedo hacer más, el temor siempre embarga
a los siervos que penden de jóvenes dueños.

Al otro
el regreso al hogar impedido le tienen los dioses;
él querríame de veras, daríame sus dones sin duelo:
una casa, un campejo, una esposa envidiada por muchos,
cuanto suele un benigno señor conceder a un criado
que por él se afanó si algún dios favorece su empeño.

Tal ahora prospera el trabajo que hago;
por ello mil presentes me hiciera mi rey si acá envejeciese,

pero ha muerto:
¡mejor pereciera la raza de Helena
de raíz,
pues quebró las rodillas de tantos varones!
También él marchó a Troya, el país de los buenos caballos,
y la honra buscó a Agamenón en la lid con los teucros".

Así habló, se ciñó el cinturón recogiendo el vestido
y marchó a la zahurda en que estaban los tiernos lechones;
atrapando dos de ellos los trajo, mató la pareja,
chamuscólos, partidos, los trozos clavó en asadores y,
ya asados, calientes aún, en los mismos espiches
ante Ulises los puso,
esparcióles la cándida harina
y
en un cuenco hizo mezcla de un vino con dejos de mieles.


Frente al héroe sentóse después y, animándole, dijo:
"Come, huésped, ahora el manjar que compete a los siervos,
los lechones; los cerdos cebados consúmenlos esos pretendientes
sin pizca de honor ni piedad en sus almas.

No complacen de cierto a los dioses las obras perversas,
que ellos honran más bien la justicia y las buenas acciones;
aun los hombres sin freno y sin ley
que se echan encima
de un ajeno país,
donde Zeus les permite hacer presa,

cuando vuelven a casa, repletas sus naves,
se sienten
de respeto invadidos y recio temor;
pero éstos
bien seguros están: de algún dios escucharon
sin duda
de la muerte y desgracia de aquél,
con lo cual ni se avienen
a pedir a su esposa
por ley ni a volverse a sus casas.

Insolentes, tranquilos, sus bienes consumen sin duelo:
ni una noche ni un día nos vienen de Zeus
que no maten
de las reses de aquél no una sola ni dos;
cuanto al vino,
se van agotando también con la misma insolencia.
Su caudal era inmenso de veras:
igual no lo tiene
ningún grande ni en Itaca misma ni allá por el negro continente.

Ni veinte varones en junto podrían
tal riqueza igualar:
por menudo lo iré refiriendo.

Doce son las vacadas y doce los hatos de ovejas
[y otros tantos de cabras y doce manadas de cerdos]
los que cuidan en tierras de allá mercenarios y esclavos.

Aquí en Itaca son hasta once sus greyes de cabras;
al confín de la isla las guardan pastores expertos
que también han de dar diariamente una res a esos hombres,
la mejor que se encuentre en el hato de cabras rollizas.

Por mi parte custodio estos cerdos,

los voy defendiendo,

aunque siempre esa gente se lleva la flor del ganado".

ODISEA CANTO XIV

miércoles, septiembre 10

Debilidad Política Católica


“…Cristo es y sigue siendo el centro de la historia y que ésta se ha convertido y se va convirtiendo cada vez más en una lucha en torno a Cristo y a los suyos, una lucha contra nosotros.

Somos llevados así, como de la mano, a poner nuestra debilidad y nuestra fuerza a la luz del pecado original y del Anticristo. Para poder decir lo que es realmente el Anticristo, hay que aceptar, antes, la existencia de ‘el Maligno’ como puro ser espiritual, y desde luego como un ser que tiene poder en la historia.

Más aún, hay que concebirlo como el ‘príncipe de este mundo’, al que con una fórmula extrema se le llama también ‘el dios de este mundo’ (2 Cor 4,4)”.

Pues bien, éste es el opositor. Una fuerza metahistórica pero también histórica, que da poder a sus servidores y lo arrebata a los de Cristo. Él es “el que acusa a nuestros hermanos”, “el adversario, el opositor”, el que “se disfraza de ángel de luz” y envía a sus servidores disfrazados de ministros de justicia.


Para comprender las causas y la naturaleza de nuestra debilidad política debemos, pues, tener en cuenta la revelación de Jesús, acerca del futuro de la Iglesia y del Anticristo, el opositor, el obstaculizador, el enemigo que viene a sembrar cizaña en el trigal.

Nuestra lucha, no es contra hombres sino contra Satanás y los espíritus malignos. Por eso debemos buscar nuestra fuerza en el Señor: “potenciáos en el Señor y en el poder de su fuerza, vestíos con la armadura de Dios, para que podáis resistir a las tácticas del diablo, porque nuestro combate no es contra sangre y carne, sino contra los principados y las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus malignos del aire”.


Si llegáramos a poder discernir que nuestra debilidad es de este tipo, por estar enfrentados a la oposición de las fuerzas demoníacas que gobiernan nuestra civilización y nuestra cultura, le dan su orientación anticatólica y establecen filtros ocultos para neutralizar nuestros intentos, entonces, ésta sería una debilidad buena, una debilidad teológica. Sería la debilidad de los mártires, en la que se revela la fuerza de Dios.

* * *

Suelen darse, las pocas veces que alguien reconoce este hecho tan poco atendido, respuestas, de orden histórico, político, ideológico o social. Nuestro diagnóstico, lo hemos dicho, es espiritual. Se trata de la acedia. Una acedia que ha adquirido dimensiones políticas, de civilización, de legislación de teorías jurídicas, de ideas filosóficas justificatorias... pero que es de naturaleza espiritual: demoníaca.

La acedia es el espíritu del Anticristo, del opositor.

Dios es un agente histórico real, vivo y verdadero, a quien mueven las oraciones de sus fieles.

La tentación mesiánica consiste en sustituir nuestras eficacias humanas e intrahistóricas, en el supuesto de que Dios no interviene.

Pero es Él quien confunde al enemigo, no nuestro, sino de su gloria.

El Espíritu Santo inspira, mueve, actúa. Es necesario prestarle oído atento y seguir sus inspiraciones con corazón obediente. Y esto no sólo a nivel de individuos, sino de todo el pueblo de Dios.

* * *

Una de las formas más sutiles de la persecución del Anticristo consiste en usar a los católicos, jerarquías o fieles, para sus propios fines, cediéndoles el poder, o parcelas controladas de poder, o ilusionándolos de que han obtenido o se les ha confiado el poder político. Puede también intentar embriagarlos con los éxitos que les permiten alcanzar, como pago del servicio que prestan los católicos a los fines que ellos no han fijado, y de la renuncia a su fe o a su identidad, en el ejercicio del poder político.


Horacio Bojorge

lunes, septiembre 8

Adoremus in aeternum Sanctissimum Sacramentum.




Es tan grande la dignidad de este sacramento que, solamente puede realizarse in persona Christi.

Ahora bien, todo el que hace una cosa en nombre de otro, debe hacerla por la potestad concedida por él. Pues bien, como al bautizado Cristo le concede la potestad de recibir la eucaristía, así al sacerdote, cuando se le ordena, se le concede la potestad de realizar este sacramento in persona Christi.
Con esta ordenación se le pone en el grado de aquellos a quienes dijo el Señor: Haced esto en memoria mía (Lc 22,19). Por eso hay que decir que es propio del sacerdote la confección de este sacramento.

Un laico justo está unido espiritualmente a Cristo por la fe y la caridad, pero no por la potestad sacramental. Por tanto, posee el sacerdocio espiritual para ofrecer hostias espirituales, de las que-se habla tanto en Sal 50,19: El sacrificio agradable a Dios es un espíritu contrito, como en Rom 12,1: Ofreced vuestros cuerpos como hostia viva. Por lo que en 1 Pe 2,5 se atribuye a todos un sacerdocio santo para ofrecer víctimas espirituales.


Corresponde al sacerdote la administración del cuerpo de Cristo por tres razones.

Primera, porque, como acabamos de decir (a.l), consagra in persona Christi. Ahora bien, de la misma manera que fue el mismo Cristo quien consagró su cuerpo en la cena, así fue él mismo quien se lo dio a comer a los otros. Por lo que corresponde al sacerdote no solamente la consagración del cuerpo de Cristo, sino también su distribución.

Segunda, porque el sacerdote es intermediario entre Dios y el pueblo (Heb 5,1). Por lo que, de la misma manera que le corresponde a él ofrecer a Dios los dones del pueblo, así a él le corresponde también entregar al pueblo los dones santos de Dios.

Tercera, porque por respeto a este sacramento ninguna cosa lo toca que no sea consagrada, por lo tanto los corporales como el cáliz se consagran, lo mismo que las manos del sacerdote, para poder tocar este sacramento. Por eso, a nadie le está permitido tocarle, fuera de un caso de necesidad, como si, por ej., se cayese al suelo o cualquier otro caso semejante.

Santo Tomás de Aquino

lunes, septiembre 1

Sentimiento de Familia


Mateo escribía su Evangelio hacia el año 44, es decir, una docena de años después de la muerte de Jesús. Escribía sobre los lugares del acontecimiento, en medio de testigos que habrían podido contradecirle fácilmente. Escribía en arameo, lengua común del país. Judío, escribía para los judíos. No es extraño que le preocupara particularmente probar la mesianidad de Jesús y el cumplimiento de las profecías en él y por él.

Comienza su Evangelio por una genealogía de Jesús. Esa genealogía, típicamente semita, está compuesta de una manera a la vez extraña y conmovedora, extraña a causa de su perfección geométrica de pieza organizadora; conmovedora por toda lo que evoca de aventura humana.



Pero lo que nos conmueve no es esa bella arquitectura, un poco artificial, sino la manera como la ha roto Mateo intencionadamente, al introducir, en esa largo serie de nombres masculinos, cinco nombres de mujeres, cuando en el país semita la mujer no contaba en las genealogías. Esas cinco mujeres son: Thamar, nuera de Judá, hijo de Jacob, que se prostituyó con él; Rahab, una prostituta de Jericó, que traicionó a la ciudad; Ruth, una pagana que se ofreció a Booz y se hizo ser tomada en matrimonio por él; la mujer adúltera de Urías, ese capitán de David a quien el mismo rey hizo cobardemente perecer después de haberle quitado su mujer. Y, finalmente, María, madre de Jesús.

El incesto, la prostitución mezclada con la traición, el adulterio mezclado con el asesinato de un fiel servidor: sobre ese estercolero se yergue la flor deslumbrante de pureza, la Virgen María, de quien debía nacer Jesucristo.

Desde la primera página de su Evangelio, Mateo, el publicano arrepentido, pone su mirada tranquila y lúcida de contable en la basura humana.

Este es el linaje de Jesucristo.

El contraste entre la perfección aritmética de la genealogía y los fallos morales a que se alude expresamente, es uno de los afectos más sorprendentes de todas las literaturas.

Evidentemente, al final está la Virgen María, y su esposo José.
Pero igual que el matador en la plaza se sujeta a un estrecho terreno del que no saldrá, Jesús no ha ensanchado mucho a su alrededor el círculo de la pureza.

Es de nuestra raza.

Su compasión por los pecadores es un sentimiento de familia
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Raymond-Léopold Bruckberger (1907 - 1998)