Natanael, al no dar crédito a que el Cristo procediese de Nazaret, demostró el respeto y celo que le inspiraban las Sagradas Escrituras. Y al no rechazar la afirmación del que se lo había anunciado, demostró el gran deseo que tenía de ver a Jesucristo, sabiendo que Felipe podía haberse equivocado respecto del lugar. Por esto sigue: "Vio Jesús a Nathanael que venía a buscarle, y dijo de él: he aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño". No convenía reprenderle, aun cuando había pronunciado palabras de duda. Había examinado los profetas más que Felipe y por esto dice: "Verdadero israelita, en quien no hay engaño", porque no decía cosa alguna para adular ni para excitar el odio.
Roguemos a San Bartolomé para que nos mantenga despiertos y atentos Y meditando en esa espada de dos filos día y noche, logremos acertar, sin melindres ni falsas caridades -como verdaderos israelitas sin dolo- cuales son los testigos del camino que lleva a la confesión de Nuestro Señor Jesucristo.