lunes, junio 22
¡Se puede!
Y si, parece que se puede.
Contra la opinión general parecería que se puede ser abogado y entrar en el cielo.
No solo abogado, sino un rico abogado.(que extraño)
E inclusive se puede ser político y ser elevado a los altares. (¿o se podía?)
Solo hace falta entrar al servicio de un rey que cree que para acostarse con una mujer hace falta casarse con ella y por demostrar esta evidencia nos manda a cortar la cabeza.
Por tu intercesión Santo Tomás Moro, esperemos entrar, con o sin cabeza al reino de los cielos.
viernes, junio 19
martes, junio 2
Faros luminosos y lucecitas
El domingo pasado estuve por los pagos de Javier, asistiendo a una misa presidida por el obispo diocesano.
Hoy leí esto mientras viajaba y creo que -visto lo que vi el domingo- no viene mal recordarlo aquí.
Señor Jesús, envíanos a un Molière de lenguaje simple y directo, de buen lenguaje francés, que haga volver la teología al Evangelio, que sepa burlarse de los expertos y de las Comisiones, -pues merecen ampliamente que nos burlemos de ellos-, que sepa desenmascarar a Tartuffe, bajo sus grandes aires "humanitarios" y "científicos". ¿Soy el único en pensar así? Destaco en "Le Monde" del 6-7 de agosto de 1972 un testimonio sorprendente, escrito por un estudiante que no conozco y me gustaría conocer y que se llama Jean Menu. Pienso que nadie recusará este testimonio. Lo cito textual e íntegramente. Se titula: "¡Sermones `nueva ola´!"
"Como muchos franceses, acabo de circular un mes por Francia. Como para muchos católicos, esto representa también para mí cinco misas dominicales fuera de mi parroquia habitual y cinco sermones en diferentes iglesias. "El primer sermón trataba -¡sí, sí!- del reagrupamiento comunal. El segundo del espíritu en vacaciones. El tercer predicador invitó a la asamblea a decir lo que se le pasara por la cabeza. El cuarto contó el filme Todo el mundo es bello, todo el mundo es amable. En cuanto al quinto, desarrolló la idea de que capitalismo y vida fraternal eran incompatibles. "No todos esos buenos sacerdotes tenían la elocuencia de Bossuet, y nadie sueña con reprochárselo. Sus discursos eran muy largos y muy aburridos, sin hilo conductor y sin idea motriz.
"Esta moda es peligrosa: los curas tratan cada vez menos de aquello por lo cual uno va a oírlos. Cuando escucho una homilía, espero que remuevan mi fe o sus cenizas, que me hablen de Dios, que me instruyan sobre la Revelación. Me importa un comino lo que el reverendo padre X, en calidad de tal, piense del cambio de gobierno.
"No es deseable, por cierto, que el nivel de los sermones alcance a cimas intelectuales y teológicas.Pero es peligroso que ese nivel siga estando a la 'altura de las margaritas'. La voluntad de parecer 'a la moda', de 'adaptarse a la vida' es, en este caso, una muy mala elección. Es justo la inversa lo que esperamos de nuestros pastores, que eviten, ellos al menos, las cosas huecas; que hagan adaptar nuestra vida a la voluntad de Dios y de la Iglesia. Y para ello, que nos hablen de Dios, ahora y siempre. "Sé bien que no es fácil ser sacerdote en 1972. Pero ante todo, pienso que nunca lo ha sido. Además, nadie fuerza a nadie para que sea sacerdote. Me parece, finalmente, que tampoco es cómodo ser un simple laico, sobre todo cuando el clero da un poco la impresión de tirar la esponja.
"En definitiva, se plantea así un doble problema.
"Del lado de los fieles es absolutamente innegable que las iglesias están vacías. Cualquier turista podría confirmarlo.
"Del lado de los sacerdotes, se habla de una crisis de vocaciones, ligada a un fuerte crecimiento de 'deserciones'. Ante la incompetencia de los que quedan, nos preguntamos si se han ido todos los que debían.
"La verdadera cuestión es que numerosos sacerdotes, dejados ellos mismos a la deriva, no creen ya en lo que hacen. Se ahogaron por haber querido estar en la corriente. Es afligente, pero para la Iglesia del mañana, sería preferible que vuelvan a las filas, o que cambien radicalmente.
Todos los marinos dicen que por la noche en el mar, valen mas algunos faros luminosos bien marcados que una multitud de lucecitas no identificadas. "El hombre de hoy necesita lo sobrenatural. Es a la eternidad a lo que aspira. El mundo de mañana va a carecer de santos, no de carbón o de oxígeno. "Estas pocas líneas no quieren agraviar a nadie. Sólo tienen por objeto pedir a los sacerdotes, ya que es su oficio, que nos vuelvan a hablar de Dios, del amor o del pecado. Si no saben qué decir sobre estas cuestiones, que se callen. En las iglesias, lo demás no nos interesa".
R. L. Bruckberger. "Carta abierta a Jesucristo" Emecé. 1974
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