Cuídate cuanto puedas de alborotos y bullicio.
Mucho estorba ocuparse de diversas gestiones incluso si se realizan con sana intención.
Rápidamente nos mancha la vanidad y nos aprisiona.
Preferiría muchas veces haber callado
y no encontrarme entre la gente.
Pero ¿Por qué motivo con tanto placer hablamos
y entre nosotros la pasamos charlando
si rara vez, sin herir nuestra conciencia,
volvemos al silencio?
Será que hablamos con tantas ganas
porque buscamos consuelo en los demás
y a nuestro corazón, fatigado por tantas preocupaciones
queremos aliviar.
Y muy gustosamente buscamos hablar y compartir
de lo que amamos o deseamos
o de lo que nos contradice;
Pero ¡qué lástima! Vacía e inútilmente.
Estos consuelos externos
afectan no poco
a los interiores y divinos.
Por eso debemos estar vigilantes y orando
no se nos pase el tiempo sin fruto.
Si es justo y conviene hablar
debe decirse lo que edifique.
La mala costumbre y el descuido del propio progreso contribuyen al descontrol de nuestra lengua.
Ayuda muchísimo al desarrollo interior
la devota conversación sobre asuntos espirituales
principalmente cuando varias personas
que tienen similares intereses y ánimo
se juntan en Dios.
Imitación de Cristo. Cap. X
T. Kempis
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