miércoles, diciembre 3

A cada uno según su estado


"El Evangelio de hoy es el comienzo de la narración sintética que hace San Lucas sobre el Bautista desde el comienzo de sus prédicas hasta el bautismo de Cristo. Marca cuidadosamente la fecha y el tema de su predicación.

Marca la fecha de acuerdo a la costumbre antigua, por las autoridades: "Marco Servilio et Publio Clodio consulibus, Cuando eran cónsules Marco Servilio y Plubio Clodio", como cuando decimos: "esto pasó en el tiempo de Yrigoyen" o "esto pasó cuando cayó Frondizi". Cuando cayeron es más fácil de recordar, a mí me pusieron preso cuando cayó Perón.

La religión católica es una religión histórica: su origen está situado en el tiempo histórico y una región histórica -en el Imperio mas grande que ha existido y en su tiempo mas glorioso, el siglo de Augusto- a diferencia de todas las otras grandes religiones, cuyo origen se pierde en la niebla o bien en regiones no históricas: la vida de Buda o de Mahoma es un amasijo de leyendas. La vida de Cristo nos llega en cuatro crónicas de testigos presenciales con toda la finura del estilo oral hebreo y escritas en la lengua más fina y civilizada del mundo, el griego.

Poco después los cristianos eran conocidos en Roma; los dos historiadores máximos, Tácito y Suetonio nombran a los cristianos; Tácito nombra a Cristo, "Cresto" lo llama; y los Padres Apostólicos, empezando por las cartas de San Ignacio Mártir, y la "Didajé" del siglo II, comienzan a citar los Evangelios lo mismo que los herejes, lo que prueba su autencía, porque eran contemporáneos. Si por un imposible los cuatro Evangelios se perdieran, su texto se podría reconstruir con las citas de los Santos Padres. En suma, el nacimiento del Cristianismo y de su fundador está bajo una especie de luz de reflector; y así San Lucas enumera tranquilamente las autoridades civiles y religiosas de Palestina cuando comienza a predicar Juan. No le duelen las prendas.

La materia de las prédicas de Juan es simple y curiosa.
Predicaba dos cosas: la moral natural por un lado y que el Mesías ya estaba presente: y e´l, Johanam, era el Indicador. La moral natural era necesaria como preparación para la moral del Mesías; los rabinos hebreos habían enredado inextrincablemente la moral, y con pretexto de dar una moral sobrenatural daban una moral antinatural (como les pasa a algunos curas hoy día), una moral sobrecargada de preceptos, a veces fútiles, que no se podría no digo practicar, pero ni retener. El Bautista corta por lo sano, predicando la moral natural elemental: a todos en general les predicaba el arrepentimiento y la limosna; y a cada uno, los deberes del propio estado.

Primero se desataba en amenazas y en la predicción de una próxima gran limpieza; y cuando al ir a bautizarse (a recibir el "bautismo de penitencia") le preguntaban: "¿Qué tengo que hacer?" , les respondía con los deberes de su propio estado, que suelen ser cifra de todos nuestros deberes, porque si no eres buen relojero, o buen milico, o buen casado, ¿cómo serás buen hombre?
San Lucas pone dos ejemplos: a los empleados públicos, a los publicanos (que en Inglaterra todavía se llaman publicanos) les decía: "No coimeen". A los militares les decía: "No sean prepotentes y no anden reclamando aumentos de sueldo". Al Rey Herodes no le dijo: "Gobierna bien", porque ése, como otros títeres de nuestros tiempos, no gobernaba en realidad; le dijo: "No te es lícito vivir con la mujer de tu hermano". A los fariseos no les decía nada, porque ésos no preguntaban nada, pelo las imprecaciones que pone en sus labios San Lucas ("raza de víboras, árboles secos, falsos hijos de Abraham") iban primeramente enderezadas a los fariseos, demagogos jefes de las turbas y maestros fallutos.

Nuestro deber de estado resume en concreto todos nuestros deberes y es la base sobre la que se asienta la moral sobrenatural.

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En sus Epístolas San Pablo dice su deber de estado a todos: a los Obispos como Timoteo, a los Presbíteros como Tito, a los casados y casadas, a las vírgenes y viudas, a los señores y esclavos, a los ricos y a los pobres.

A las mujeres le dice algo muy simple y peculiar: "La mujer se salvará por la crianza de los hijos". ¿Y las que no tienen hijos?. Por algo semejante a la crianza de los hijos.

La moral natural no basta; ni siquiera la podemos practicar entera sin la gracia: las dos van juntas.

La herejía actual ha introducido un formón entre las dos y ha hecho saltar la moral sobrenatural, atribuyendo todas sus condiciones y poderes a la moral natural, basadas en la razón y el sentimiento del hombre, o en su orgullo como los estoicos.

Hoy día la llaman moral personalista: se ha llamado moral kantiana, moral autónoma, moral laica; y "moral sin dogmas", como la llamaba nuestro Ingenieros. (¿Nuestro? ¡De ellos!).

Es una moral falsificada y falaz, porque exige del hombre lo que él por si solo no puede cumplir. Es como si me impusieran subir a la bóveda desta iglesia y me dieran una escalera donde faltan los últimos peldaños. Yo ni con todos los peldaños completos podría subir.

Eso es el naturalismo religioso que ya les expliqué.

Los que estamos en la fe, la oración y los sacramentos no tenemos más que pensar en nuestro deber de estado, transfigurado como está por el ideal Evangélico, "Sirve al César, pero solamente y en cuanto representa a Dios, ama a tu mujer: porque para ti es una figura de Dios -un poco charlatana-; cuida de tus hijos: son de Dios.

Leonardo Castellani. Homilía del Cuarto Domingo de Adviento. Domingueras Prédicas

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