jueves, agosto 21



No se si estará muy bien,

esto e’ cortar pedazos,

y pegar tantos hachazos

en un corto santiamén,

pero esto es almacén

Y los frascos son … chicos

(Como verán, nuevamente, solo soy almacenero y no se me da la payada)




Pero en ese punto mesmo
sentí que por las costillas
un sable me hacía cosquillas
y la sangre me heló;
dende ese momento yo
me salí de mis casillas.

Di para atrás unos pasos
hasta que pude hacer pie;
por delante me lo eché
de punta y tajos a un criollo;
metió la pata en un hoyo,
y yo al hoyo lo mandé.

Tal vez en el corazón
le tocó un santo bendito
a un gaucho, que pegó el grito
y dijo: ¡Cruz no consiente
que se cometa el delito
de matar a un valiente!

Y ahi no más se me aparió,
dentrándole a la partida;
yo les hice otra embestida
pues entre dos era robo;
y el Cruz era como lobo
que defiende su guarida.

Uno despachó al infierno
de dos que lo atropellaron;
los demás remoliniaron,
pues íbamos a la fija,
y a poco andar dispararon
lo mesmo que sabandija.

Ahí quedaron largo a largo
los que estiaron la jeta;
otro iba como maleta,
y Cruz de atrás les decía:
que venga otra polecía
a llevarlos en carreta.

Yo junté las osamentas,
me hinqué y les recé un bendito,
hice una cruz de un palito
y pedí a mi Dios clemente
me perdonara el delito
de haber muerto tanta gente.

Dejamos amotonaos
a los pobres que murieron;
no sé si los recogieron,
porque nos fuimos a un rancho,
o si tal vez los caranchos
ahi no más se los comieron.

Lo agarramos mano a mano
entre los dos al porrón:
en semejante ocasión
un trago a cualquiera encanta;
y Cruz no era remolón
ni pijotiaba garganta.

Calentamos los gargueros
y nos largamos muy tiesos,
siguiendo siempre los besos
al pichel, y por mas señas,
íbamos como cigüeñas
estirando los pescuezos.

Yo me voy, le dije, amigo,
donde la suerte me lleve,
y si es que alguno se atreve,
a ponerse en mi camino,
yo seguiré mi destino,
que el hombre hace lo que debe.

Soy un gaucho desgraciao,
no tengo donde ampararme,
ni un palo donde rascarme,
ni un árbol que me cubije:
pero ni aun esto me aflige
porque yo sé manejarme.

Antes de cair al servicio,
tenia familia y hacienda;
cuando volví, ni la prenda
me la habían dejao ya.
Dios sabe en lo que vendrá
a parar esta contienda.

***

MARTIN FIERRO

José Hernández

2 comentarios:

ErmitañoUrbano dijo...

Lo felicito por el blog. Siga adelante con mucha esperanza.Dios y su Santa Madre lo bendigan.

Anónimo dijo...

LA ÚLTIMA VEZ QUE QUISE HACERME EL JOSÉ HERNANDEZ ME SALIÓ ALGO ASÍ:
INSOMNIO


Se corren las nubes, aparece lucero,
por todo el patio el rocío esparcido
humedece las penas del pobre resero,
que reza pidiendo un sueño perdido.

Apagóse la última leña que tenía el brasero
y se acostó temblando, sin haber comido.
¿Acaso no hay derecho pa´ el jornalero
a un pan bien ganao y mate cocido?

La vida es dura para el viejo tambero,
Que se levanta temprano, sin haber dormido,
separa vacas de los pobres terneros,
que sólo se quejan con triste mugido.

Le sangran las manos, lo corta el Pampero
sumando más penas para un gaucho herido
ya no duelen ni aprietan las botas de cuero
no hay tiempo ni fuerzas pa´ sacar un quejido

Su consuelo lo encuentra en su rancho austero
de techo de paja, paredes de adobe y ladrillo partido
donde cada noche duerme, al calor de su apero
y se despierta de nuevo. Sin haber dormido.

Lucas Trigo