miércoles, octubre 1

Buey Napolitano o Finanzas modernas


Según me dicen, parece que el razonamiento de Santo Tomás de Aquino se considera en los ambientes católicos como "Sustancialmente correcto".

Pero inmediatemente explican que el Angélico pifia pues "la moderna economía" ha probado que no sólo es instrumento de trueque, sino también medio de creación de riqueza, es decir, que se comporta como un objeto, en el que también puede distinguirse el bien en sí mismo y su utilización.


No se si seguir el razonamiento "sustancialmente correcto" del enorme napolitano o prestar oídos a las sirenas de la "moderna economía".

Vosotros vereis.



Séptimo mandamiento

No robarás (Ex 20,15)

El Señor prohibió en su ley de forma relevante la injuria hecha al prójimo. En primer lugar, la que se le hace en su misma persona: "No matarás". En segundo lugar, la que se le hace en el cónyuge: "No cometerás adulterio". En tercer lugar, aquí, la que se le hace en sus cosas: "No robarás".

Con este mandamiento se prohíbe toda sustracción indebida. porque hay muchas maneras de robar.

Primera, hurtando a escondidas: "Si supiera el dueño de casa cuándo iba a venir un ladrón..." (Mt 24,43). Tal conducta es reprensible, pues constituye una especie de traición: "Sobre el ratero cae la vergüenza" (Eccli 5,17).

Segunda, arrebatando por la fuerza, que es mayor insolencia: "Apelaron a su poder para despojar a los huérfanos" (Iob 24,9). Entre éstos se cuentan los príncipes y reyes injustos: "Sus príncipes, en medio de ella, como rugientes leones; sus jueces, lobos de la tarde, nada dejaban para la mañana" (Soph 3,3). Obran así contra los designios de Dios, que quiere un régimen justo y dice: "Por mí reinan los reyes y decretan con justicia los legisladores" (Prv 8,15). Y llevan a cabo sus atropellos unas veces a modo de hurto, otras acudiendo a la violencia: "Tus príncipes, desleales, cómplices de ladrones: todos aman el soborno, van tras los obsequios" (Is 1,23); en ocasiones, finalmente, legislando y disponiendo sólo con vistas al lucro: "¡Ay de los que establecen leyes inicuas" (Is 10,1). Dice Agustín que todo mal gobierno es un robo, por lo que exclama: "¿Qué son los reinos más que bandidaje?"

Tercera, no pagando el sueldo: "No retendrás el salario de tu jornalero hasta el día siguiente" (Lev 19,13). Esto debe entenderse en el sentido de que hay que dar a cada uno lo que es suyo, sea al príncipe, al prelado o al clérigo, etc.: "Dad a todos lo que les es debido: a quien tributo, tributo; a quien impuestos, impuestos" (Rom 13,7). Porque estamos obligados a dar su salario a los reyes que tutelan nuestra paz.

Cuarta, cometiendo fraude en las transacciones: "No tendrás en tu bolsa pesas diferentes" (Dt 25,13); "No cometáis injusticia alguna en los juicios, ni en las medidas de longitud, de peso o de capacidad. La balanza justa; las pesas exactas; justa la medida y exacto el sextario" (Lev 19,35‑36); "Dios reprueba el tener dos pesas; balanza falsa no es buena" (Prv 20,23). Va también esto contra los taberneros que echan agua al vino. Prohíbe asimismo la usura: "¿Quién habitará en tu tienda? ¿quién descansará en tu monte santo?... Quien no presta a usura su dinero? (Ps 14,1 y 5).

Va contra los cambistas, que cometen muchas irregularidades, y contra los vendedores de telas y de otras cosas.

Pero tal vez digas: ¿Por qué no puedo yo prestar dinero, como hago con un caballo o con una casa?.

Respondo: Hay pecado cuando una misma cosa se vende dos veces. Ahora bien, en asunto de casas se pueden considerar dos realidades: el edificio en sí y la utilización de éste; una cosa es la propiedad del edificio y otra distinta su utilización; por lo cual, puedo yo vender por separado su aprovechamiento sin vender la casa. Lo mismo ocurre con otros bienes por el estilo, Pero con aquellos que consistan meramente en su utilización, esto es, cuya utilización consista en gastarlos, no se puede hacer como con una casa. Pues bien, la utilización del dinero consiste en gastarlo, como la de los alimentos en consumirlos. Por tanto, si cobras por separado la utilización en estas cosas, vendes dos veces.


Comentario de Santo Tomás a los mandamientos (escritos catequísticos)

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