lunes, octubre 6

Ritos prestados


LA AUTOPSIA DE CRESO

Como una flecha me llegó un comentario de S.S. Benedicto XVI sobre la “crisis financiera”.


Ojeando la nota llegué a otro comentario que, pareciera, está en la misma sintonía. Claro, con matices.


Y todo esto me llevó a guardar aquí un fragmento de la Autopsia de Creso del poeta de Monte Egmont.


“Ya en el poder, se dijo Creso: “Mi dios es el oro y un dios no puede ni debe ser visible. Ocultó entonces el oro en inviolables cajas fuertes que serian el sanctum sanctorum de la nueva deidad. Ahora bien, un dios necesita su residencia sagrada, vale decir su Templo; y el Hombrecito Económico erigió esas duras y feas catedrales del oro que se llaman Bancos. Naturalmente, Creso no podía usufructuar a su ídolo si lo aislaba en absoluto de la feligresía. Se dijo entonces: “Haré imágenes de mi dios y las presentaré a los fieles”. Y Creso inventó el papel moneda. Claro está que, dada su inclinación a la parodia, Creso, no podía mover su artefacto sin algún ceremonial: Tiresias practicaba una liturgia religiosa y Ayax tuvo sus ritos caballerescos; era fatal que nuestro burgués introdujera sus “ritos económicos”. Y usted ve ahora, en cualquier institución bancaria, la serie de gestos, via crucis, firmas y sellados que hay que cumplir en los trámites del dinero, liturgia minuciosa obrada por un “cuerpo sacerdotal” cuya jerarquía se manifiesta desde los habanos de los Gerentes hasta las viseras de los fríos y biliosos Cajeros.

19.- Tal analogía o correspondencia de actos rituales no es única, ciertamente. Por ejemplo: el honor de Tiresias radica en su “santidad”; el honor de Ayax en la “justicia” de su espada; el honor de Creso está, como es lógico, en el “respaldo de su firma comercial”. Ahora bien, el Hombrecito Económico, en los primeros románticos días de su gobernación, se levantaba la tapa de los sesos cuando no podía él “hacer honor a su firma”, de igual modo que lo hizo el guerrero ante un deshonor de su espada. Más tarde Creso abandonó esos incómodos resabios de la belle époque; y optó por una quiebra legal, afirmado en una legislación que dictara él mismo a sus vasallos legistas. Hoy, en algunos casos extremos de su avidez, no trepida en organizar él su quiebra fraudulenta.

Por malo que fuese dábamos en él como en una figura “responsable”. Lo más turbio sucedió cuando el Hombrecito Económico desertando la parodia religiosa, comenzó a parodiar lo “iniciático y oculto”. Amigo, si usted buscara hoy a los responsables de la economía mundial, ya no daría con el sólido y visible Creso de ayer, sino con Directores de Empresas (que son técnicos y no capitalistas) o con inocentes “tenedores de acciones” (que ignoran quienes, dónde y cómo trabajan su dinero). Verdad es que aún se conservan los “centros visibles o indirectos” de la Economía; pero ignoramos en qué Himalaya, se han establecido los “centros ocultos” del oro y quienes podrían ser los Grandes Maestres responsables que los manejan. De igual modo, y también en parodia de lo esotérico, se han multiplicado las ininteligibles “doctrinas económicas” o textos iniciáticos del oro al lado de las cuales el Zend Avesta y la Kabbala parecen a traslúcidos cuentos infantiles.

21.- Todo ello, según ve, acaba en una triste alquimia de la moneda o el dinero. ¿He dicho triste? Debí calificar de “satánico” ese juego de los valores económicos. Porque la moneda sólo tiene un valor “cuantitativo”, desnudamente abstracto. y “potencial”: un valor “fiduciario” (de fíducia, confianza, seguridad, fe).

¿Qué fía, o de qué da confianza ese valor de la moneda? Ese valor garantiza “en potencia” otro valor “en acto”: un valor “esencial o cualitativo”.

Por ejemplo, cincuenta dólares (escribo en la era del dólar) tienen un valor “potencial” de cincuenta dólares, que traducidos por adquisición, al “acto” se transmutan en el alimento, vestido y la casa del hombre. Reúna usted, en imaginación, todas las monedas y billetes del mundo, y tendrá una cantidad “abstracta” que significa, en potencia, la satisfacción “concreta” de todas las necesidades humanas en el orden corpóreo.

Al acaparar la riqueza, el Hombrecito Económico da en una locura criminal:es una “locura” pues, más allá de sus necesidades individuales, amontona él números abstractos y estériles en sí: y es "criminal”, porque la estéril “potencia” que acapara él significa, “en acto”, el pan, el vestido y el techo del pobre que no los tiene.


Así miradas las cosas yo no vacilaría en sostener que la “propiedad es un robo”.

…sí, el Creador provee de todo a sus criaturas; y todo andaría bien si Creso no prevaricara en el reparto y se quedase con el alimento de las avecillas y con la ropa de los lirios.


Por otra parte Jesús, que así predicó en la Montaña, es también el “pobre absoluto”, vale decir la Humanidad en la plenitud de su miseria, que asumió Él enteramente con vías a la Redención; luego, el que le robó al pobre la ha robado a Jesucristo.


2 comentarios:

Dimas dijo...

Te devuelvo la visita que me debiste hacer hace algún tiempo y manifiesto mi acuerdo con lo que dices en el post

Anónimo dijo...

Hola, gracias por los comentarios en mi blog. Acá estoy dandome una vuelta por el tuyo, que me pareció muy interesante, te pongo un enlace desde Quæstio. Saludos