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Querido Chesterton, tú y yo no dudamos en ponernos de rodillas, pero ante un Dios más actual que nunca. Sólo Él, en verdad, puede dar una respuesta satisfactoria a estos tres problemas, que son para todos los más importantes: ¿Quién soy yo? ¿De dónde vengo? ¿Adónde voy?.
En cuanto al paraíso que se disfrutará en la tierra, y sólo en la tierra, en un futuro próximo, al término de las famosas luchas, quisiera que se escuchara a alguien que escribe mejor que yo y - sin rebajar tus méritos- también mejor que tú: Dostoievski.
Recuerdas a.. Iván Karamasov. Es un ateo, incluso amigo del diablo. Pues bien, él protesta con toda su vehemencia de ateo contra un paraíso obtenido gracias a los esfuerzos, las fatigas, los sufrimientos, el martirio de innumerables generaciones. ¡Nuestros sucesores serán felices gracias a los sufrimientos de nuestros predecesores!. ¡ Estos predecesores que luchan sin recibir su parte de dicha, a menudo sin tener si quiera el consuelo de vislumbrar el paraíso que seguirá al infierno que atraviesan!.
¡Innumerables muchedumbres de infortunados, de sacrificados, que son simplemente la tierra que sirve para hacer crecer los futuro árboles de vida! ¡Esto es imposible!, dice Iván,
¡ esto sería un injusticia despiadada y monstruosa!.
Y tiene razón.
El sentido de justicia que existe en todo hombre, de cualquier creencia, exige que el bien realizado y los males sufridos sean premiados, que el hambre de vida, innata en todos, sea satisfecha. ¿Dónde y cómo, si no es en otra vida? ¿Y por quién, sino por Dios?¿ Y de que Dios, sino de aquel de quien escribía san Francisco de sales: "No temáis a Dios, que no quiere haceros mal, sino amadle mucho porque desea haceros mucho bien?".
Lo que muchos combaten no es el verdadero Dios, sino la falsa idea que se han hecho de Dios: un Dios que protege a los ricos, que no hace más que pedir y acuciar, que siente envidia de nuestro `progreso, que espía continuamente desde arriba nuestros pecados para darse al placer de castigarlos.
Querido Chesterton, tú lo sabes, Dios no es así: es justo y bueno a la vez; padre también de los hijos pródigos, a la vez que desea ver no mezquinos y miserables, sino grandes, libres, creadores de su propio destino.
Nuestro Dios es tan poco rival del hombre, que ha querido hacerle su amigo, llamándole a participar de su misma naturaleza divina y de su misma eterna felicidad.
Ni tampoco es verdad que nos pida demasiado; al contrario, se contenta con poco, porque sabe muy bien que no tenemos gran cosa.
Junio 1971
ALBINO LUCIANI (JUAN PABLO I); "Ilustrísimos Señores" tomado de FE Y RAZÓN
1 comentario:
Gracias por tu post.
Interesnate blog.
SALUDOS
HIDALGO DEL ASFALTO
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