“Referirnos a la función del crédito no es fundamental para la restauración y el mantenimiento de la propiedad.
El crédito no es un elemento vital en todas las sociedades, no es un problema permanente y general de orden social, económico o político.
La función moderna del crédito es de desarrollo comparativamente reciente; y ha seguido un camino desgraciadamente malo, que parece estarse aproximando a la catástrofe.
El crédito es, pues, solamente un asunto local y efímero.
Sin embargo tenemos que considerarlo porque en este momento obscurece monstruosamente nuestra vida cívica.
En sus líneas principales la función del crédito (en ese sentido moderno), es la siguiente:
- Los medios de producción y cambio, y el dinero mismo pueden ponerse en movimiento sólo por medio de los Bancos.
- En una comunidad moderna altamente industrializada, y en Inglaterra por sobre todas, los bancos forman un monopolio que decide qué maquinaria debe ponerse en movimiento para la producción de qué riqueza, en que cantidad y por quién.
- En las manos de esas instituciones de crédito se encuentran en proporción creciente las fuerzas naturales y los instrumentos de producción y los almacenes de mercancías sin las cuales nada puede hacerse; y a discreción del banco está la distribución como por limosna del poder adquisitivo.
La organización de ese sistema, tal como está desarrollado en la actualidad, después de sólo unas pocas generaciones y más particularmente en los últimos cien años, se ha convertido en universal y todopoderosa en los países altamente industrializados y especialmente en Inglaterra.
Todos los pagos de cantidades insignificantes se hacen actualmente por medio de cheques, y prácticamente toda iniciativa depende del apoyo del monopolio bancario, el que emite o se rehúsa a emitir la promesa de pagar cheques.
El crédito bancario en circulación, siendo alrededor de diez veces el valor de los depósitos reales, tiene en su mano la válvula reguladora de toda la maquinaria económica.
No vale la pena intentar la restauración de la propiedad, aquí en Inglaterra, ahora, hasta que no hayamos dado al pequeño propietario algún poder de reacción contra ese amo universal.
En este problema como en todos los otros de nuestra investigación, las reglas principales son las mismas. No podemos hacer un ataque frontal ni podemos pretender un cambio universal e inmediato. Solo podemos trabajar de a poco y desde humildes comienzos.
Podemos en consecuencia, actuando pasivamente, sostener el trabajo útil que han hecho otros que no simpatizan con nuestros ideales. Podemos difundir (y es deber de todo buen ciudadano hacerlo) el conocimiento de los poderes arbitrarios poseídos por los bancos modernos y proclamar el deber de controlarlos.
Esa acción general está abierta a nosotros y es de gran utilidad. Pero no podemos pretender que se implante rápidamente un adecuado control del crédito, que se ha desarrollado casi durante nuestras vidas y que ya está a punto de estrangular a la sociedad.
Lo que podemos hacer es establecer pequeñas instituciones cooperativas de crédito, debidamente organizadas y legalmente protegidas contra ataques externos.
No resulta práctico sugerir un control público del monopolio bancario desde arriba, en manos del poder central del gobierno…Sus actividades sólo pueden ser modificadas por el crecimiento gradual de la propiedad bien distribuida.
Mientras tanto, a la par del presente monopolio bancario, debería fomentarse el desarrollo de los bancos cooperativos debidamente organizados, con privilegios oficiales y conectados con gremios de todo tipo. Esas instituciones populares de crédito no pueden subsistir ni por un momento contra la hostilidad de un monopolio bancario independiente (que hoy es más poderoso que el mismo Estado), a menos que fueran sostenidos por privilegios: leyes positivas que los protejan y estatutos especiales.
Pero asegurados esos estatutos y leyes que los defiendan del asalto y del asesinato, los bancos cooperativos populares aumentarían en importancia.
Quizás, aunque improbablemente terminarían por transformar todo el sistema del crédito bancario, sometiéndolo a esas pequeñas unidades que constituyen la base del gremio.
Aquí termino lo que no pretende ser sino una serie de breves sugerencias, acerca del método con que puede iniciarse una reacción contra el capitalismo y su fruto, el comunismo.
Hillaire Belloc 1936 “La restauración de
4 comentarios:
Querido Almacenero:
Para echar luz sobre este tema del credito, los intereses y la usura, nada mejor que consultar a los especialistas. El Opus en esta materia esta a la vanguardia sino miren, miren veran que no miento.
http://www.canalsocial.net/GER/ficha_GER.asp?id=12205&cat=teologia
http://es.wikipedia.org/wiki/Gran_Enciclopedia_Rialp
Dicen ellos:
En el Antiguo Testamento se condena generalmente la usura, ciñendo a dicho concepto la que se realiza “aprovechándose de los pobres” aunque se vea con buenos ojos el préstamo sin interés.
Se autorizaba el cobro de intereses a los gentiles
El pasaje del Nuevo Testamento «haced el bien y prestad sin esperar nada en cambio» Lc 6,35 se considera como de “sentido incierto”
Más se recuerda, claramente, que “en algún otro pasaje” (cfr. Mt 25,27) Jesucristo, sin censurarlo, supone que se suele recibir interés por los préstamos de dinero, y que es ésa una manera industriosa de administrarlo.
Los Padres de la Iglesia, se plantaron en bloque, fieramente, frente al león usurario; aunque se advierte al lector que ello tenía dos motivos:
1.Era una sociedad donde con frecuencia los ricos explotaban despiadadamente la necesidad de los pobres con intereses muy desproporcionados al servicio rendido
2. Y que “al no tener entonces el dinero apenas más aplicaciones que las del consumo inmediato, naturalmente urgían los Padres que se les prestara conforme a esa obligación, sin exigir ninguna recompensa por el préstamo obligatorio”.
Percibo cierta interpretación oscura del Concilio de Elvira puesto que se afirma que “no se ve claramente si prohibía toda usura entre cristianos, o la prohibía sólo a los clérigos”, culminando rapidito y para no escandalizar “…como lo hicieron por lo general otros Concilios”.
Franco es, por su parte el rescate efectuado del Concilio Lateranense II, siglo XII, consignándose expresamente que “mandó proceder con suma cautela en la reconciliación de los usureros, y los privó de cristiana sepultura si no se habían arrepentido de corazón”; aunque parece que se requería una “ultraintensión” pues la definición de usura rescatada es: «rapacidad insaciable de los prestamistas».
También recuerda la enciclopédica entrada que muchos pontífices la condenaron decididamente y que el Concilio de Vienne, en 1312, declaró hereje a quien se atreviera a afirmar pertinazmente que el ejercicio de la usura no es pecado.
Luego de esto comienza a adjetivarse el término usura.
Llama la atención que se consigne en la Gran Enciclopedia, que LA razón de la condena del préstamo usurario de la iglesia a lo largo de tantos siglos estaba motivada en que el dinero se consideraba como una “res sterilis” explicando que “cuando se fue generalizando desde la tardía Edad Media la nueva economía dineraria y crediticia, se hizo más difícil mantener estrictamente el punto de vista primitivo, y se fue aduciendo con más frecuencia el lucrum cessans como base para la recepción de intereses.
Por suerte nos avisan que Calvino y Du Moulin defendieron la licitud del interés por el préstamo a dinero,
Y para terminar se consigna que:
El cambio operado en la vida económica alteró los presupuestos conceptuales en los que se basaba la antigua prohibición, adaptando las normas morales a ella, sin que esto significase una rectificación doctrinal: la usura es y ha sido siempre contraria a las normas morales.
El interés, dentro de los justos límites, y entendido como el precio pagado por la utilización del capital, puede tomarse como «título» legítimo, considerando la virtual productividad del dinero.
La explicación de la licitud del préstamo con interés debe buscarse en una profundización de la estructura de los procesos económicos, para cuya valoración moral se aplican los mismos requisitos éticos que antaño, es decir, los de la justicia
Que bárbaro, todos los padres, el Doctor Angélico y hasta el propio Jesús estaban equivocados, claro no habían leido la Gran Enciclopedia
Saludos
El glosador de Génova
Estimado glosador genovés: Casi todos los "estudiosos de la economía" o los "estudiosos" a secas tienen muchas explicaciones para el viraje.
Yo solo me limito a rescatar las palabras que me parece que valen la pena guardar.
Saluti.
Almacenero, no se si lo notó, pero me parece que el Glosador de Génova está siendo irónico, según se interpreta de los párrafos primero y último de su comentario.
Pao.
Pao: Un simple almacenero poco puede interpretar de un "glosador".
Igual me parece que la "glosa" es bastante explícita.
Incluso para un viejo almacenero o una joven moza.
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